No esperes a mi muerte,
para dejarme verte
en la aurora del quererte
con pastores y bandoleros.
Rudo fatasma del pasado,
tembloroso vapor sin razón,
apacible y discutible
naturaleza del tornado
vertido de tu encanto.
Ya los cañones impetuosos,
del viento del otoño,
dejan desnudos
los castaños y los chopos.
para dejarme verte
en la aurora del quererte
con pastores y bandoleros.
Rudo fatasma del pasado,
tembloroso vapor sin razón,
apacible y discutible
naturaleza del tornado
vertido de tu encanto.
Ya los cañones impetuosos,
del viento del otoño,
dejan desnudos
los castaños y los chopos.
Ya la cigarra
no canta,
esta muerta
y la hormiga
saborea en su paladar
su dulce melodía.
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